En esta entrada os voy a hablar
de algo sobre lo que estoy muy sensibilizada, tras trabajar durante 10 años con
adolescentes en un ámbito de intervención duro, como es el consumo de drogas.
Llegaban a mi consulta muchos
jóvenes con diagnósticos, etiquetados por profesionales y con diversos
recorridos previos: antisocial, hiperactivo con y sin déficit de atención, limite, borderline, histriónica,
fóbico… y ,claro, cuando llevas poco tiempo en la profesión no haces sino
guiarte por esos “diagnósticos” y comienzas a tratarlos como tal, y no solo eso,
sino a justificar mi escasa pericia con frases del tipo: “claro es que no
puede… porque es…”, “a este lo que le
pasa es que es…” y muchas veces nos convertíamos en cómplices de padres y
profesionales y terminábamos limitando el rango de posibilidades de éxito,
cambio y mejoría de esa persona.
Persona, eso es lo que un día me paré a
pensar…no son hiperactivos, antisociales… son personas. Sólo cuando comencé a rechazar
mirar los informes y etiquetas que traían las personas, empecé a descubrir a
inconformistas, reivindicadores, artistas, sufridores, tímidos, supervivientes,
románticos… y ahí sí que se ampliaron muchísimo
las posibilidades de cambio, las posibilidades de mejoría, las posibilidades de
rencuentros con uno mismo y con su familia.
Y, a su vez ,esto coincidió con
mi descubrimiento de un nuevo modelo de intervención, la Terapia Breve Estratégica que no contempla
los diagnósticos ni las etiquetas. Los diagnósticos parten de que existe una
observación e información objetiva y que es posible observar al ser humano sin
influenciarle. El diagnóstico es una sombra que acompaña cada
día a la persona. (Nardone 2010).
Cuando nos encontramos con una
persona a partir del etiquetaje o diagnóstico no hacemos sino evidenciar lo que
desde la psicología experimental hace tiempo se concluyó en el experimento de Robert Rosenthal (http://vimeo.com/39084682 ) . Aplicado a los diagnósticos: se tiende a tener,
por parte del profesional, unas expectativas de comportamiento ajustadas al
diagnóstico de la persona que hay en frente, así como la persona que sufre el
diagnóstico tiende a adquirir cierta identidad con el mismo, comportándose y
ajustándose a lo que se espera de esa etiqueta.
El DSM es
manual de diagnóstico usado por los psicólogos y psiquiatras y sufragado por
las farmacéuticas, ¡qué casualidad…! (Sabemos que más del 84 % de los criterios
para llegar a la definición de trastornos, han sido con financiación farmacéutica).
Me pregunto ¿cuándo el DSM dejó de ser
un instrumento para orientarnos y se convirtió en la panacea en la que
encasillamos e incluso metemos con calzador a las personas para así centrarnos
en lo que “es” y no en resolver el problema que la persona nos trae????
Con todo esto, no estoy diciendo
que no existan trastornos y enfermedades en la salud mental, que los hay, y graves…
pero no hay tantos como nos quieren
hacer ver! Valga un ejemplo: la hiperactividad,
tan de moda en los últimos años, existe. Pero os puedo asegurar que hay una
cantidad ingente de falsos positivos, es decir niños/as diagnosticados como tal
y que no son hiperactivos y a los que, no podemos obviar, se está medicando hasta por el propio pediatra!!! (Os recomiendo el artículo: http://www.infocop.es/view_article.asp?id=1396. Niños/as nerviosos, movidos y despistados ha habido
siempre y los habrá. Me pregunto ¿por qué nos hemos convertido nosotros mismos
en unos “hiperactivos” del diagnóstico de hiperactividad en niños y
adolescentes? ¿No será que ,como profesionales y adultos ,somos incapaces de
darnos cuenta del contexto social y cultural en el que vivimos? En la era de
los “i” (ipad, iphone, ipod, itouch, i-tal, i-cual, i-arghh…) donde nuestros
hijos viven al ritmo de las pantallas, el toque de dedos, la rutina
desenfrenada de sus adultos más cercanos…¿podemos exigirles quedarse sentaditos,
quietecitos y atentos mientras un señor/a les cuenta/dicta cosas que ellos ya
han descubierto al ritmo de los “i”? ¿Cómo no se van a aburrir, cómo no se van
a querer levantar y gritar?¿Qué hacemos llevándolos 8 horas diarias a un lugar
donde se hacen cosas de la misma manera que se hacían hace 50 años? ¿No nos
parecería ridículo hoy en día lavar a mano toda la ropa? Voy a dejarlo aquí
porque hablar de esto ya sería hablar de otras cosas…y tal vez se quede para
otra ocasión.
Hace un tiempo me llegó este
video que ilustra lo que acabo de comentar:
Solo los profesionales pueden romper con la tiranía de la herramienta farmacológica como única vía posible de tratamiento ante cualquier problema de salud. El problema del uso indefectible de la química se ha convertido en una creencia, un paradigma de utilidad científica incontestable que impregna incluso la formación académica en la profesión sanitaria. Del mismo modo la mayoría de los nuevos médicos ya prácticamente no exploran ni hablan con el paciente, dando pleno uso a la anámnesis, fían en el informe de una prueba de diagnóstico por imagen o se apoyan rápidamente en la interpretación del síntoma descrito. Es preciso gestionar la visita sanitaria, la difusión de la higiene y el tratamiento de forma más humana, más entrañable y más genuinamente racional, o no se romperá el círculo vicioso de convertir al enfermo en un consumidor de salud.
ResponderEliminar